Queríamos cambiar algunos
instrumentos para hacernos con un equipo de voces mejor.
Nos enteramos que en Sevilla
había una tienda grande, con muchísimos instrumentos, y que recogía equipos de
segunda mano.
Avisamos a nuestro amigo Domingo,
el transportista oficial, para llevar los cacharros a Sevilla a ver cuanto nos
daban por los instrumentos viejos.
-
En cuanto termine de repartir el “pescao” estoy en el
ensayo.
Cargamos los instrumentos en la
furgoneta que estaba sin lavar y en pleno mes de Julio.
Llegamos a Sevilla y a la una de
la tarde estábamos en la puerta de la tienda.
Había un señor, muy bien vestido
y algo serio tocando un órgano. Le planteamos lo que queríamos, cogió papel y
bolígrafo y salió con nosotros a ver los instrumentos.
Domingo abrió la puerta de la
furgoneta, y la “caló” de Sevilla hizo que el tufazo del “pescáo” le diera de
golpe al señor de la tienda, que pegó un bote para atrás.
¿Esto no será robao? ¿Ustedes
tendrán factura de todo, no?
Total que el tío nos daba tres
perras por “tos” los aparatos.
Y mientras tomábamos una
cervecita, a la vuelta, le preguntaba Morales al Canti:
- Killo, ¿por qué decía el tío
ese lo de las facturas?
Y el Domingo se estornillaba a carcajás...
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