Kiko Veneno
nos vio más de una vez en los ensayos y en directo, y siempre nos decía lo
mismo: “afinar las guitarras, cabrones, afinar”…
Y es que por
entonces afinábamos de oído, a base de dejar una nota fija en el órgano y darle
vueltas a la clavija del bajo o de la guitarra hasta que nos sonara igual. Y
eso de sonar igual dependía del número de cubatas que cada uno llevara esa
noche…
Nos enteramos
que había un aparato que se conectaba a la guitarra o al bajo y tenía una aguja
que indicaba si estaba afinado. Peazo de invento, seguro que es de un japonés.
Así que nos hicimos con el primer afinador y desde entonces cuando desafinamos
le echamos la culpa a la pila del afinador.
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