El primer local de ensayo nos lo dejó Kakín, donde ahora
está el billar de la Tertulia.
De ahí pasamos a un apartamento que alquilamos en el Carril
de la Fuente.
Y el último local, donde todavía estamos, nos lo buscó mi
padre ¡gracias papá¡, que era amigo de Felipe, el dueño.
Entre cambio y cambio, pasamos por locales de paso, donde
echábamos sólo unos días.
El mejor local de paso fue el de Barrio Nuevo.
El Canti tenía un familiar que vivía en el campo y tenía un
cuartito que nos podía dejar hasta que encontráramos un local en condiciones.
En el cuartito cabían los cacharros a lo justo, así que para
ensayar había que sacar los tiestos, montarlos, ensayar, desmontarlos y
volverlos a meter en el cuarto.
Lo mejor de todo era que con el ruido los vecinos se
acercaban y se traían su sillita de nea para echar un rato con nosotros.
Así que allí estábamos nosotros, rodeados de gente sentá y
aplaudiendo cada pedacito de canción que montábamos.
¡Gracias Barrio Nuevo¡
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